Mañana solitaria...
Todo descansa, parece que el viento se canso de soplar y al sol no le interesa subir mas; como si el medio día nunca fuera a llegar.
A diferencia del mundo que parece ahora tan quieto y petrificado, los otros a mi alrededor, no pueden contenerse... gritan, ríen, se mueven de un lugar a otro sin saber que hacer, simplemente tratan de apresurar el tiempo que se niega rotundamente a avanzar.
Ellos lo sienten, sienten que todo se detiene y que el presente se ha atorado en su constante flujo.
A diferencia, yo no trato de acelerar el tiempo que se mueve como una pluma cayendo desde las lejanas alturas del pensamiento. Mi mente, libre de la opresión de la rutina, se encuentra ávida y despierta; se concientisa de su lugar, de mi lugar...
Mis ojos se pierden en un punto cualquiera de esa pared que representa lo que veo, queriendo transpasarla y poder llegar al sitio donde mi mente produce el milagro de pensar.
Al igual que lo indudablemente inerte, me detengo, me pierdo en ese momento y acompaño al sol y al viento es su estática marcha; como ellos paresco inmóvil, recibo miradas y comentarios de los que me rodean, que notando mi estado "arbóreo", me ven como algo extraño, como algo fuera de lugar; pero la pluma sigue callendo y terminan por ignorarme, por olvidar que estoy ahí.
Pero yo no estoy allí, me encuentro a segundos luz de ese lugar, sumido en un caldero de recuerdos, pensamientos, soledades y sinsabores que me recuerdan que no es aquí donde pertenezco, que solo hay 2 lugares en los que puedo respirar y sentirme tranquilo:
Entre tus brazos acompañado de tu olor y tu esencia
Entre las paredes de mi mente, acompañado solo por mi mismo.
La pluma cae al suelo, estallando en un centenar de ruidos, colores y confusiones.
Yo vuelvo a undirme en la rutina, vuelvo a meter mi cabeza bajo el agua, después de haber respirado solo por un momento.
Empiezo a contener el deseo de nuevo y los demás me redescubren.
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